lunes, 22 de agosto de 2011

Tarde de Agosto




Caminaba por las calles de la Ciudad de México, los nublados de la tarde presagiaban lluvia y todo parecía indicar que así sería, sin embargo se respiraba tranquilidad al andar. A veces la gente anda loca por su mundo, el propio, el interno el individual. Hay todo un mundo por descubrir en cada rincón de nuestro andar que no nos tomamos el tiempo de admirar nuestro alrededor.
Esta tarde a pesar de la amenaza de lluvia, caminé plácidamente sin la premura de los horarios. De pronto la lluvia fue apareciendo discreta por el andador, me quedé quieta para ver qué pasaba. Toda la gente comenzó acorrer y apresurarse velozmente a resguardarse de la lluvia, me pregunté - Porque huir?-
Mágicamente comenzó a surgir un exquisito olor a lluvia que poco se percibe por la prisa de todo citadino, la esencia invadió lentamente mi ser y seguí caminando sin importar que la lluvia estropeara mi cabello o me emparara.
Pocas veces se disfruta de estos pequeños detalles en la ciudad.
Fue un tiempo breve, conforme pasaban los minutos las gotas empapaban mis cabellos y la pasividad inundaba mi alma, la avenida estaba vacía y solo se escuchaba el paso de los automóviles como si fueran estrellas fugaces en el pequeño universo a mi alrededor.

Zum¡ Zum¡

Y las gotitas cristalinas brincaban de un lugar a otro ¡

Y la lluvia dejó un embriagante olor a tarde y cuando continúe mi camino al norte, comenzaron a escaparse suaves rayitos de sol mientras todavía pocas gotas cayeron para ceder con leves suspiros mis pasos vespertinos.